Intervención Educativa en niños con síndrome de Down y rasgos del espectro Autista

Anotaciones de la capacitación online con Psi. y experta en Educación Infantil y Atención Temprana, Sonsoles Perpiñán Guerras, coordinada por Down21 Chile, el 6 abril del 2024)

Es necesario comprender las características de las personas con síndrome de Down y las que tienen autismo para poder hacer una valoración correcta y no sobrediagnosticar. El propósito de la evaluación es siempre poder darle los apoyos más convenientes a la persona para su desarrollo integral.

Entre las diferencias específicas se mencionan: la atención conjunta, el proceso de imitación, la memoria, el razonamiento entre otras. Con respecto a la atención sostenida, las personas con síndrome de Down tienen dificultades para mantenerla mientras que las personas con autismo pueden tener una fijación excesiva en un estímulo. La atención conjunta es adecuada en el síndrome de Down, no así en las personas con diagnóstico de autismo. Las primeras adquieren habilidades de imitación desde pequeños, convirtiéndose esta en una fortaleza para el aprendizaje ya que pueden imitar o modelar conductas o tareas, mientras que en los individuos con autismo la imitación puede llegar más tarde, y puede no ser de su interés ni fácil de usar. Las ecolalias son frases que se repiten, pero no son muchas veces funcionales. Las personas con síndrome de Down tienen una mejor memoria procedimental, es decir recuerdan como hacer los procesos, pero su memoria declarativa y auditiva no son buenas. Por otra parte, en autismo hay memoria declarativa, es decir almacenamiento de datos. El razonamiento es más lento en el síndrome de Down, hay dificultades para adquirir, comprender conceptos y aplicar generalizaciones. Pueden ser tercos y tener pensamiento algo rígido. En el autismo hay inflexibilidad de razonamiento, dificultad para entender los cambios y muchas veces crisis por las transiciones de unas actividades a otras sin anticipación. El juego en chicos con autismo es principalmente sensoriomotor: alinear objetos, repetir patrones, dificultad para entender el uso de juguetes. Suele estar ausente el juego simbólico y comprensión de roles y les cuesta la representación de la realidad en dibujos, dramatizaciones, etc. Por otro lado, en el síndrome de Down hay exploración de juegos, retardo en aparición de lo simbólico y mucho interés por representar.

El lenguaje y la autonomía son dos los temas más importantes en estos diagnósticos. En las personas con síndrome de Down hay un desarrollo más lento del lenguaje, buena intención comunicativa y comprensión no verbal; el lenguaje comprensivo en mejor que el expresivo, sobre todo por la hipotonía en la cavidad oro motora. En las personas con autismo hay dificultades en el contacto visual, respeto de turnos, escasa comprensión de la comunicación no verbal y no entienden el contexto. Puede haber ausencia o acceso tardío a la comunicación verbal, dificultad para expresar deseos o emociones y seguir una conversación. En cuanto a los hábitos de autonomía, en las personas con síndrome de Down hay un retraso en su adquisición mientras que, en el autismo, las dificultades sensoriales pueden alterar su adquisición.

Una vez que se ha comprendido las diferencias entre los dos diagnósticos, se puede mediante la observación minuciosa de la conducta y la aplicación de escalas de valoración como ADOS2 y otras, comprobar la presencia de rasgos de autismo en la persona con síndrome de Down, con el único objetivo de intervenir correctamente y dar los mejores apoyos, nunca de etiquetar.

En este caso, la respuesta educativa debe ser personalizada, que se enfoque en conocer al niño y sus necesidades para poder adaptar el contexto y eliminar barreras para que su presencia y participación conlleven al progreso en sus habilidades de autonomía, adaptación social, comunicación y aprendizaje funcional. Las claves de la intervención educativa serán la comunicación con el niño, estructurar el entorno, coordinar las actuaciones del equipo y la revisión de metodologías.

La comunicación implica vinculación emocional, conocer sus gustos e intereses, sus motivaciones y las necesidades específicas de cada niño: así su limitaciones en la comunicación verbal que llevarán al uso de métodos como PECS, SAACs u otros aumentativos; su perfil sensorial para tener recursos en el aula; dificultades en la compresión del contexto para uso de apoyos como etiquetados de espacio, fotos y otros; desface de la adquisición de hábitos de autonomía para incluir programas A.V.D., de la vida diaria.

En cuanto a estructurar el entorno, se refiere a las condiciones ambientales de estrés o seguridad; señalética en el la escuela: los apoyos visuales, sistema de trabajo, horarios diarios; estructura de espacios de acuerdo a la función: aulas, canchas, gimnasio y otras que se deben crear; elaboración de material: de comunicación, de anticipación, adaptado para aprendizaje, material sensorial y mobiliario.

El trabajo coordinado es esencial entre la escuela, la familia y el equipo terapéutico. Deben, entre todos, determinar los objetivos a alcanzar por el niño o joven con la discapacidad y como cada uno va a intervenir para lograrlo. Y por último revisar las metodologías sobre todo como se va a evaluar los progresos que se logran

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Author: Downgye

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